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 A veces parece que nosotras nos buscamos lo que nos pasa, nos hacen creer eso. Incluso ahora, cuando ya pasó, pareciera que la lección la tenemos que aprender nosotras. La próxima vez que estemos en esa situación vamos a tener otro conocimiento, podemos aprender qué es lo que aceptamos y qué no, qué es lo que permitimos y qué no. Vamos a poder decidir, supuestamente.  Yo no decidí nada. Las cosas que a mí me pasaron no fueron una elección, yo no estaba eligiendo entre aceptar que algo pasara o no pasara. A mí nadie me preguntó si yo quería que algo de todo eso sucediera, tampoco me dieron las herramientas para poder saber la gravedad de lo que estaba viviendo, que todo eso iba a tener tanto peso en mi cabeza incluso años después. Yo sabía que estaba mal, yo sabía que el acoso, el abuso, estaba mal; pero en mi casa, en el colegio, en mis círculos, siempre pasaba por algo. Era justamente eso, "vos lo permitís", "vos te lo buscaste", "vos lo provocaste". Yo

Me configuraron la cabeza

 Preguntarse cómo se llega a donde se llega, por qué se acepta lo que se acepta. No es que me cuesta hablar porque soy tímida, porque tengo vergüenza. No me callo porque no me ánimo a contarlo. Me cuesta porque me configuraron el pensamiento desde chica, a mí y a todes.  Quince años. Recreo en el colegio, rodeada de amigas y algún amigo. Era Noviembre, uno de esos días calurosos. Me arremangué la remera de manga corta hasta los hombros, me moría de calor. No tardó ni un minuto mi amigo en decirme "No tuviste tiempo de depilarte, parece". No, sí tuve tiempo. Sólo que mi mente de adolescente creyó que podía relajarse un poco y no depilarse las axilas por cuatro días, CUATRO, que no tenía las miradas encima. Hoy lo pienso y es una estupidez, me acuerdo que le contesté mal, le dije algo así como que él tenía una uniceja y nadie se quejaba. La diferencia era que a los hombres se les permite no hacer nada con su físico o, al menos, se les permite más que a las mujeres. Mis amigas s