A veces parece que nosotras nos buscamos lo que nos pasa, nos hacen creer eso. Incluso ahora, cuando ya pasó, pareciera que la lección la tenemos que aprender nosotras. La próxima vez que estemos en esa situación vamos a tener otro conocimiento, podemos aprender qué es lo que aceptamos y qué no, qué es lo que permitimos y qué no. Vamos a poder decidir, supuestamente. 

Yo no decidí nada. Las cosas que a mí me pasaron no fueron una elección, yo no estaba eligiendo entre aceptar que algo pasara o no pasara. A mí nadie me preguntó si yo quería que algo de todo eso sucediera, tampoco me dieron las herramientas para poder saber la gravedad de lo que estaba viviendo, que todo eso iba a tener tanto peso en mi cabeza incluso años después. Yo sabía que estaba mal, yo sabía que el acoso, el abuso, estaba mal; pero en mi casa, en el colegio, en mis círculos, siempre pasaba por algo. Era justamente eso, "vos lo permitís", "vos te lo buscaste", "vos lo provocaste". Yo no busqué nada, no permití nada ni provoqué nada. Mi único error fue pensar que quizás el resto tenía razón, que sí lo había hecho, y justificar al que lo hizo basándome en eso. Es fácil identificar y etiquetar a un tipo como acosador, abusador o incluso violador cuando viene de afuera. Sin embargo, cuando esa persona es de tu mismo círculo, es de las personas que más queres, que te ha contenido cuando has llorado, que se ha reído con vos. Algunos son amigos de risas, otros son amigos muy cercanos, otros son casi de la familia. Otros son familiares. Si no lo justificas, te tenes que poner a vos misma esa etiqueta de lo que te pasó, le tenes que poner un nombre a esa situación, tenes que ponerle otro nombre a esa persona que tanto queres. Da miedo, pero sobre todo da vergüenza. Y, si lo único que te enseñaron fue a culparte a vos misma, ¿cómo no te va a dar vergüenza admitirlo en voz alta? ¡Pobre flaco, le cagas la vida! Y vos rompes un grupo, rompes amistades, incluso familias. Gente que queres te empieza a tildar de exagerada, histérica, que interpretaste todo mal. 

Si me besas sin permiso, no estoy exagerando. Si me tocas dormida, borracha, inconsciente o sin preguntarme, no estoy exagerando. Si me sacas fotos sin permiso, no estoy exagerando. Si llegué a sentir miedo, no estoy exagerando. Si era muy chica, no estoy exagerando. 

Y no escribo esto para justificarme, porque pareciera que nosotras siempre somos las que tienen que estar dando explicaciones. Lo escribo porque me pesa más que cualquier otra cosa. 

Comentarios